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Y la afición dirigió su ira al palco

Marcó Joaquín el segundo y estalló el Manzanares. Pero no contra Quique o los jugadores, no. Esta vez, sin dudas ni divisiones, la ira de la grada se dirigió hacia los dueños. Los cánticos no dejan dudas: "Gil, fuera del Calderón" y "Somos nosotros, Atleti somos nosotros". Esa es la realidad a la que se enfrentan ahora Gil Marín y Cerezo y me da la sensación de que esta vez no les va a bastar liarse a cortar cabezas para desviar la atención. Ya se sabe que Pitarch no seguirá y Quique puede caer en cualquier momento, pero hasta una afición con tendencia al optimismo extremo como la rojiblanca ha perdido la paciencia. Quiere soluciones distintas, serias y radicales, porque todo lo demás ya lo ha visto antes y sabe que no funciona.

No es casualidad el apoyo inmediato que ha obtenido la iniciativa Atléticos por el Cambio, que antes del partido superaba las 10.000 firmas y subiendo. Querría escuchar a sus impulsores menos comparaciones odiosas con Egipto y más propuestas tangibles, pero los dirigentes no pueden minimizar el movimiento como una cosa insignificante, porque no lo es. La afición, la que se abona, compra camisetas, sube las audiencias y sostiene al club, se está pronunciando y tienen la obligación moral de escucharla.