Kubica, una lección de vitalidad

Kubica, una lección de vitalidad

Impresionantes las declaraciones de Robert Kubica en 'La Gazzetta dello Sport'. Menos de una semana después de su gravísimo accidente en el Rally Ronde di Andora, nos recuerda que los deportistas, los pilotos, están hechos de una pasta especial, diferente a la del resto de los humanos. Su padre dijo que Robert era un tipo duro, pero yo iría bastante más allá: es un ejemplo de vitalidad, de superación, de voluntad y sacrificio. Cuando todavía ni siquiera sabe cómo responderá su mano a una intervención quirúrgica que es casi una obra de ingeniería, ya piensa en volver a competir. Y dice que se siente más fuerte que nunca, que no se arrepiente de haber participado en ese rally italiano y que, en cambio, sí lo haría de haberse quedado en casa mirando la pared

Lo definió a la perfección, como el gran maestro del automovilismo que fue, Enzo Ferrari, patrón de la legendaria escudería que lleva su nombre pero sólo tras sentirse fascinado por las sensaciones únicas de estar al volante de un coche de carreras. "Pilotos, ¡qué gente! ¿Maestros del cálculo, campeones del cinismo, abanderados de la desconsideración o tan sólo hombres que buscan en el exaltante escalofrío de la victoria el sentido de sus vidas?", se llegó a preguntar. Cierto es. La vida de estos hombres se cimenta en la excelencia del triunfo, el desafío de la constante superación y por ello son tan extraordinarios. Eso sí, me da la impresión de que Kubica ha aprendido una lección sobre la conveniencia de tentar a la suerte más allá de lo imprescindible