El Atlético no es tan imprevisible
Alrededor del Atlético pululan hace años ciertos tópicos nocivos. El del Pupas, la mala suerte y las persecuciones externas ha sido el peor. Excusa permanente, techo bajo autoimpuesto a la hora de acometer grandes retos. Luego, hay otro que me pone también bastante nervioso: "El Atleti es imprevisible". Me parece que éste lo vamos a escuchar bastante de aquí al sábado para poner un poco de pimienta a un clásico que se presenta más desnivelado que nunca, para darle al Atleti ese toque folclórico y tragicómico que tanto gusta.
Pero no, no es imprevisible. Al Atleti se le ve venir desde lejos. Si antes de enfrentarse al Sporting y al Athletic se hace una encuesta entre sus aficionados, la mayoría habría augurado el desastre. Cuando el Atleti entra en su espiral de autodestrucción anual, ese tipo de partido lo pierde siempre, víctima de la mezcla letal entre limitaciones futbolísticas e incapacidad para funcionar bajo presión.
Y sus victorias recientes contra el Barça no fueron accidentes imprevisibles fruto de la inspiración divina de unos señores muy raros. Si el Atleti ha amargado a Guardiola y a Rijkaard es porque tiene armas adecuadas para ello en forma de atacantes fabulosos en partidos abiertos. Lo fue Torres, lo es Kun y esperamos que vuelva a serlo Forlán. Y la condición de víctima sin el plus de responsabilidad de un derbi le sienta de miedo. Así, entre goleada y goleada del Barça, las victorias han sido frecuentes. Por favor, no demos al azar el mérito de uno de los escasos logros recientes del Atleti. Si le gana, es por algo.