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El momento más dulce de Cristiano

Aunque lo disimule, Cristiano está pendiente de cada cifra goleadora de su carrera. La mayoría son coleccionistas de lo que se dice de ellos. Los jugadores suelen pedir copias de los partidos, tienen gente que recopila las páginas en las que se haga referencia a sus registros. En el caso de Cristiano mucho más. Vive por y para el fútbol. No he escuchado rectificar a los que, tras su llegada, auguraban juergas en la capital, tras unas fotos en sus vacaciones en EE UU, el verano en el que firmó por el Madrid. Al margen de excentricidades propias de una estrella, su obsesión está en el terreno de juego y en perforar la portería contraria.

Que comparemos sus números con figuras legendarias de hace décadas, habla de lo importante que es su paso por nuestro fútbol. Todo ello es producto de un gran momento de forma. A su efectividad goleadora del pasado año, ha añadido mesura en sus protestas con los colegiados e inteligencia para no entrar en provocaciones. Además, las lesiones le están respetando. Con todo, seguimos sin saber su verdadero límite. Ni él mismo lo conoce. Y eso que últimamente, ciertas prevenciones que llegan desde el banquillo, limitan sus posibilidades en ataque.