Los 19 Reynos de Navarra

Osasuna tiene un plan. Y lo lleva al límite cuando el Real Madrid visita Pamplona. Como la calle Estafeta a las 8 de la mañana durante la segunda semana de julio. Es el otro encierro. Pero esta vez el fantasma de Indar Gorri, la sonora pita, los recuerdos borrosos del petardo al eléctrico Paco Buyo, el eco de la sana y enconada rivalidad deportiva con su dosis de politiqueo añadida es sólo un rumor sin bengalas.

La presión del Reyno de Navarra ha encontrado un obstáculo inédito, más poderoso incluso que la azarosa situación de los rojillos: por vez primera en mucho tiempo no se habla demasiado del ruido de sables ni del ambiente infernal, ni del topicazo facilón de los "campos del Norte". ¿Otra vez Mourinho contra la tradición del fútbol español? Tal vez. O quizá sólo sea que la vibrante encerrona pamplonica ya no es lo que era, porque el Madrid ha visto cómo los 19 estadios rivales de Primera se han convertido, galáctico tras galáctico, polémica tras polémica, en réplicas del viejo Sadar. Con una diferencia. Antes el Madrid sufría; Mourinho busca convertirlo en una ventaja, una motivación para su equipo. Excepto en Barcelona. Cuanto peor, mejor, como en Gijón, como en Donosti, como en Sevilla. ¿Podrá ahora con el otro encierro de la Vieja Iruña?