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Mourinho no persigue la paz sino la victoria

Intuyendo una convivencia difícil, Valdano inició la presentación de Mourinho con un paréntesis sobre sus relaciones en el pasado. Fue una declaración de paz. Se autoinculpó, supongo que más por interés general que por convencimiento, de "haber escrito en tono agresivo" sobre el portugués y dio por resueltas las diferencias. Hoy, resueltas están las relaciones. Mourinho ninguneó a Valdano en público el domingo y no ha escuchado reproche alguno del club por ello. Entre otras cosas porque la única voz del club es la de Valdano, Florentino mediante. Pero aquí no parece dispuesto a mediar.

En su interpretación extremista de este negocio, Mourinho entiende que sólo puede estarse con él o contra él, sin diplomacias ni hipocresías. Y una de dos: o sospecha que Valdano conspira en su contra o persigue un cuerpo a cuerpo con Florentino sin intermediarios, derribando la última barrera que protege al presidente. A eso parecía acostumbrado en el Inter. Intuyo que Mourinho buscó, y no encontró, en Valdano un aliado para aporrear la puerta del club, para atizar a los colegiados o para apretar en el fichaje de un nueve. Y si para eso no le sirvió, entiende que no le sirve para nada.

Pero le sirve. A él y a Florentino. Para explicar con cuajo, sosiego y puntos de sutura el 5-0 en el Camp Nou (ningún futbolista lo hizo, por cierto), para replicar educadamente a Preciado, para quejarse de los árbitros sin generar un Vietnam, para mostrarse reticente sobre el fichaje de nueve sin que se note que el reticente es Florentino, para disimular la brutalidad dialéctica del técnico, para que el estilo del Madrid aún sea reconocible. El viento de la afición sopla ahora a favor de Mourinho, pero Florentino debería saber que ceder y prescindir del director general no le quitará al portugués sus ganas de pelea.