Una clave con forma redondeada

No me cabe la más mínima duda: los neumáticos serán una de las claves más significativas en el próximo Mundial de F-1. Sé que tal afirmación parece de perogrullo, pero lo que quiero decir es que mi sensación apunta a que los nuevos Pirelli tendrán una trascendencia mayor de la previsible en el devenir de los acontecimientos. Por varios motivos. El más evidente es que toda novedad importante, y ésta lo es mucho, representa un cambio en el contexto de la competición. Pero es que además, el anterior proveedor nos había habituado a una filosofía de producto que se traducía en un tipo de carreras que, probablemente, no volveremos a ver. Me parecía milagroso que unas cubiertas pudieran aguantar tantísimas vueltas con un rendimiento óptimo.

En Pirelli prometen más agresividad y con ella, más espectáculo. No parece mala solución, especialmente después de haber perdido el elemento de incertidumbre que suponían los repostajes, además de su influencia en las estrategias. Esta determinación acarrea, no obstante, sus riesgos. Por eso me consuela recordar que la italiana es una empresa con larga y exitosa tradición en el deporte, y que dedican mucho dinero y recursos humanos al desarrollo de sus nuevos productos. Porque un fiasco en este sentido sería una auténtica catástrofe para el campeonato. Bridgestone dejó el listón muy alto y ojalá nunca tengamos que echarles de menos. Si la cosa funciona, la fórmula de neumáticos más rápidos pero menos resistentes puede ser la acertada.