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Tan cerca, tan lejos, tan merecido...

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Cuando termine de escribir estar líneas, voy a cruzar los dedos y no los voy a desenlazar hasta que hoy Marc Coma llegue a la meta del autódromo de Baradero, en Buenos Aires. El objetivo está tan cerca que no quiero ni pensar en otra cosa que no sea su triunfo en el Dakar. Pero por otro lado, 645 km de enlace y 181 más de especial se me hacen tan largos que tampoco puedo apartar de mi mente los imprevistos que todavía podrían cruzarse en su camino hacia la gloria. No me voy a poner tremendista ni agorero, pero tenemos cantidad de ejemplos que demuestran que no hay que cantar victoria antes de tiempo, alguno todavía tan fresco que las heridas siguen sangrando, tiñiendo nuestros amargos recuerdos de rojo... de rojo Ferrari.

Lo cierto es que la etapa final debería ser sólo un trámite, algo así como el paseo por los Campos Elíseos en el Tour, y esperemos que todo se desarrolle según el guión previsto. Debería ocurrir si existe algo parecido a la justicia deportiva (dos conceptos que no terminan de conciliarse demasiado), porque es evidente que el catalán sería un merecido campeón de este nuevo Dakar, el de las motos de 450cc que surcan Argentina y Chile en jornadas interminables y puede que incluso más duras de lo previsto. Coma ha sido rapidísimo pero tanto como inteligente, ha controlado la situación en todo momento, ha cuidado de su mecánica y ha sabido aprovechar los medios que le facilita un gran equipo. Así que el desenlace sólo debe ser uno, el que todos esperamos y deseamos...