Un ridículo que no es accidental
Lleva el Atleti, con el mejor gestor del mundo a la cabeza, viviendo demasiados años en la absurda creencia de que todo da lo mismo, de que ir cambiando futbolistas por otros levemente inferiores hasta el infinito no daña al equipo, de que es más rentable el cortoplacismo de ahorrarse un euro hoy que la ambición de ganar mil mañana... Pero si andas rascando eternamente con la uña los cimientos de un edificio, antes o después acabará por derrumbarse. Como en la, más patética que ridícula (y ya es decir), primera parte de ayer.
Donde solía estar Simao, juega Raúl García; Assunçao y Mario Suárez forman uno de los dobles pivotes menos creativos de Primera; Diego Costa ocupa el puesto del desaparecido en combate Forlán, y Mérida no es Jurado. Mientras, no hay modo de conseguir el tránsfer de Elías ni el fichaje de Juanfran, confirmando que en este club un puzzle de dos piezas resulta un rompecabezas irresoluble. Y aunque en lo de Alicante todo salió excepcionalmente mal, con errores poco habituales de Domínguez, Filipe y De Gea, creer que fue un accidente es recurrir, una vez más, a la cobarde técnica del avestruz: cabeza bajo tierra y negar la realidad. Seamos serios, Kun y Reyes te dan una opción cada noche, pero el Atleti es hoy peor que hace seis meses. Involución lo llaman y es injustificable.