La guinda para un año maravilloso

La guinda para un año maravilloso

Jorge Lorenzo y Marc Márquez recogieron ayer sus galardones de los Premios AS como reconocimiento a sus sensacionales temporadas en el Mundial, concretadas en sendos títulos de MotoGP y 125cc. Pero, en realidad, ellos son sólo la punta del iceberg, junto a Toni Elías como campeón de Moto2, de una generación de pilotos españoles que nos ha deparado enormes satisfacciones... y las que vendrán. Porque lo realmente importante es lo que representan, que es la excelencia de un deporte en el que somos los reyes del mundo, la envidia del resto de los países que no se explican cómo es posible semejante hegemonía, que se ha traducido en tres campeones, tres subcampeones y tantas victorias que han convertido al himno español en la canción de moda en los circuitos de todo el planeta. Quizá podríamos caer en la tentación de pensar que semejante dictadura es casual o circunstancial, incluso que ganar es fácil cuando lo hacemos a semejante ritmo... pero nada más lejos de la realidad. Llegar hasta donde estamos ha costado tiempo, esfuerzo e, incluso, no pocos fracasos, así que sería de necios restarle el más mínimo valor a la gesta que representa un pleno de títulos, algo que nunca antes se había conseguido.

El caso de Lorenzo es especialmente significativo, quizá el que mejor avale el excelente momento de forma de nuestro motociclismo. Hemos tenido que esperar más de una década para que Álex Crivillé tuviera un sucesor, además de disfrutar de la satisfacción de un título en la categoría de MotoGP, la que tomó el relevo de 500cc como la máxima expresión de la disciplina. El mallorquín es el modelo de esta generación de campeones españoles, que llegan muy jóvenes a los grandes premios, van quemando etapas a golpe de triunfo y son capaces de desafiar, con su descaro y talento, a las vacas sagradas de cada cilindrada. Lo de Lorenzo ha sido muy grande y merecía también este reconocimiento.