El secreto de Pancho Puskas
Todo empezó a tambalearse el día que Pancho Puskas pensó que el fútbol era más importante que la vida misma. Veo las lágrimas de Rubén de la Red y mi cabeza va del drama terrible de Antonio Puerta a la incapacidad para ser feliz del Gorostiza, que retrató Summers en Juguetes Rotos. Sufro por este chaval, que ha sido víctima y a la vez superviviente del azar. Pudo morir jugando al fútbol, pero también ha muerto un poco por no poder volver a jugar. ¿Hasta qué punto de él depende? Y llevo al extremo mi reflexión que no tiene cordura, pero sí todo el veneno que inocula el fútbol. ¿Y si alguno de estos futbolistas con problemas de corazón pensase que la vida sin fútbol no tiene sentido? ¿Y si le diera igual morir en la hierba? Nadie les permitiría jugar hasta la muerte, ni siquiera en estos tiempos en los que se defiende la eutanasia para enfermos hartos de vivir.
Se va de los terrenos un futbolista como la copa de un pino, pelotero elegante, distinto, con un aire que le hacía diferente. Sólo espero que De la Red no dude y encuentre toda la ayuda necesaria para encauzar su vida y ser feliz sin jugar al fútbol. Pero, ojo, igual que algunos mitos del toreo, cualquier día aparecerá un jugador al que no le importe morir en un campo de fútbol. Y sólo Puskas podrá explicarlo.