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Alonso la montó en el Rally de Corea

Había que tener mucha imaginación para vaticinar lo que iba a suceder en Corea después de ver la primera hora de carrera. Diecisiete vueltas interminables detrás del 'Safety Car' en un esperpento de circuito, más apropiado para el 'Rocomóvil' de los hermanos Macana o el 'Compact Pussycat' de la adorable Penélope Glamour que para la F-1. FIA, FOM, FOTA y GPDA (asociación de pilotos que, por lo visto el domingo, no sirve para nada) han logrado organizar el gran premio más caótico, peligroso y embarrado de los últimos treinta años. Si  Charlie Whiting hubiera tenido que juzgar tanta negligencia, estoy seguro de que la sanción hubiera sido histórica, no como la impuesta a Sutil, un buen piloto al que tanto desgobierno le transformó en un perturbado. No debería de correr en Interlagos.

Pero milagrosamente el caos se transformó en espectáculo y los pilotos, los de siempre, han salvado lo insalvable a base de un valor y una audacia digna de los mejores pilotos de rallys de la historia o del mismísimo Tazio Nuvolari. No fue el caso de Webber, que en la vuelta 18, a lo Sato, se borró del título él solito. En la vuelta 33 la maldición de la tuerca planeó sobre Alonso (la cagadita de cada gran premio de Ferrari), pero Hamilton se pasó de osado y le hizo un regalazo al asturiano. Y como final de fiesta, la mascletá del Red Bull de Vettel en la vuelta 45. Total, que los chicos de Dietrich Mateschitz han hecho la de McLaren en 2007 y Fernando Alonso, más astuto y virtuoso que nunca, les ha robado la cartera y puede que también el título.