Y sin llenar el gorro de pipas

Yo no les lleno el gorro de pipas a mis jugadores". Con esa expresión, que viene a significar "no les pongo la cabeza como un bombo", es como Míchel suele definir su tutoría con la plantilla del Getafe. Les explica el sistema y les habla del rival, pero sin exagerar ni en los modos ni en las materias. Ni subestima a sus jugadores ni él se unge de una barata pomposidad. Y así, con sencillez, ha logrado que el Getafe haga un fútbol de gusto, le ha metido en Europa y hoy se planta en el Calderón por encima del Atleti en la clasificación.

Míchel llega para ganar a su amigo Quique, contra el que no pierde y al que dice que las únicas trampas se las hacía jugando a la pocha o al parchís, cuando compartían concentraciones y viajes en el Real Madrid. Para ganarle se trae del brazo a Parejo. Míchel y Parejo tiene en común que son rojiblancos de cuna, aunque la infancia se los llevó al Madrid. Allí el técnico apadrinó al chaval de Coslada desde que le vio. Le subió del juvenil al Tercera y le hizo debutar en Segunda con 16 años. Hoy le sigue guiando y esta tarde para en el Manzanares. Dicen que el Atlético le quiere para suplir a Jurado. No es Jurado, es mejor. Merece la pena que le sigan.