Tíbet: un país salvaje y misterioso
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Imaginan un Tíbet-España de fútbol? De ocurrir, los nuestros tendrán que vérselas con un jugador peligroso. Nadie le ha hecho un vídeo ni figura entre las estrellas del mercado -seguro que a Mou le encantaría contratarle- pero tenerle enfrente te roba, literalmente, el resuello. En Lhasa, su capital a 3.700 metros de altitud, sería difícil ganar a la selección con los hombres mejor adaptados del mundo a la escasez de oxígeno. El Tíbet, el llamado Techo del Mundo, es aún un país misterioso y salvaje. El nuevo imperio chino, que acabó con su independencia, extiende sus tentáculos sobre él, aunque la situación dista de ser tan represiva como en tiempos de la revolución.
La 'chinización' ha vulgarizado las ciudades tibetanas. La Lhasa idealizada por los exploradores modernos ya no existe. El desarrollo chino ha mejorado las condiciones de vida, pero no justifica la violencia impuesta o la falta de libertad que se respira allí. Los tibetanos tienen derecho a recorrer, a su ritmo, el camino hacia la democracia. Los amantes del Tíbet queremos su progreso y su libertad. Nuestro gobierno no puede desairar al chino, pero nada me gustaría más que ver un día jugar a Casillas, Iniesta, y compañía, con el palacio del Potala de fondo.




