Sólo la mala suerte es responsable
Ayer falleció un piloto de motociclismo, el japonés Shoya Tomizawa, creo que el 103 desde que el 13 de junio de 1949 muriera el primero, el británico Ben Drinkwater (Norton), en el Junior TT de la Isla de Man. Desde aquí vaya mi más sincero pésame para la familia del primer vencedor de una carrera de Moto2 y mis máximos respetos para el gran clan de pilotos que integran todas las categorías del Mundial de motociclismo. Tomizawa ha muerto porque esta profesión es muy arriesgada, es un trabajo de valientes, de tipos audaces que sueñan con ganar carreras y títulos del mundo, que ansían ser más rápidos que sus rivales, llegar primeros los más afortunados y los menos agraciados, quedar delante del último. Es la ley del más rápido, la ley del motociclismo.
En la muerte de Tomizawa no ha habido ni negligencia ni dejadez, ha habido mala suerte, no le demos más vueltas. Nos hemos acostumbrado en los últimos años a ver que estos superhombres se caen una y otra vez y se levantan como si nada, como quién se tropieza sobre un colchón. Las medidas de seguridad son impresionantes, en los circuitos, en las motos, en los cascos, en los monos de los pilotos, en los servicios médicos, en todo... El último piloto que falleció fue Kato, otro japonés, hace siete años. El penúltimo Simon Prior, un alemán de sidecares hace dieciséis años. Hasta los años ochenta casi todos los años morían uno o varios pilotos. Esto ya no sucede y se debe aspirar a que nunca muera otro porque uno ya es excesivo. Ojalá Shoya Tomizawa haya sido el último...