Tras sufrir, lo peligroso llega ahora
Ahora viene lo más peligroso (eliminatorias a vida o muerte) pero, curiosamente, hemos cerrado la liguilla de grupo con la sensación de quitarnos de encima un agobio asfixiante. Aunque tímida, volvió la sonrisa al equipo español. Dos triunfos amplios ante Líbano y Canadá nos dejan la impresión de que el Mundial empieza a ser lo que soñábamos, que habrá que contar con España en la lucha por las medallas. Pese a ello debemos extraer ya ciertas conclusiones del mal juego inicial, las derrotas ante Francia y Lituania. Empecemos por la preparación. Quizá interese una puesta a punto menos maternal, con más partidos lejos de casa, aunque baje el factor recaudatorio. Llegamos a los campeonatos con una racha tan narcisista de victorias que luego nos deprimen las dificultades.
Otro aspecto fundamental: el psicológico. Debemos volver a la humildad, a pensar en el día a día, sin menospreciar a ningún adversario sea cuál sea su teórico nivel. Y en este caso concreto, con Pau y Calde fuera del guión, es necesaria una intensidad plena durante los 40 minutos. Tercer asunto: puntos fuertes y débiles. Hay que compensar las fisuras, en su mayoría de matiz físico (rebote y defensa) con las virtudes: talento, velocidad, experiencia y espíritu de equipo. La defensa de la corona mundial está siendo más ardua de lo esperado, pero estamos en la lucha. Sabíamos que para repetir oro habría que matar varios dragones por el camino. Que sea desde semifinales o desde octavos ya no importa. El orden de hazañas no altera la gloria.