Más coraje y menos lágrimas
España, en estado de shock. Nuestros jugadores aún no han superado el mazazo anímico que supuso la derrota ante Lituania y tardaron casi 30 minutos en mostrar un poco de chispa frente a Líbano, un rival al que en circunstancias normales se habría barrido en diez minutos. A los problemas técnicos y físicos (defensa, rebote, tiros libres) se añade el psicológico, la pérdida de confianza. Doble trabajo para Scariolo y sus ayudantes, porque es evidente que el equipo necesita un revulsivo. Podría llegar en octavos, con un triunfo convincente sobre Grecia o Rusia, pero antes habría que salvar con cierto brillo el choque frente a Canadá. No es intrascendente en el aspecto psicológico. Otra mala actuación podría suponer una desmoralización ya irrecuperable.
Por si hubiese pocos problemas, Scariolo debe lograr también mayor aportación de los suplentes. Esto no es un Mundial de fútbol con siete partidos en un mes, aquí se disputan nueve encuentros en 16 días y es obligado dosificar a los mejores, porque tampoco tenemos atletas negros superdotados. Se le ha criticado al técnico por la rotación ante Lituania. Y quizá se le fue un poco la mano, pero tampoco es culpable de que Ricky o Rudy perdiesen balones claves por absurda precipitación, o que nadie acertase en triples cómodos. Mejor que lamentarse por lo que ya no tiene arreglo es recomponer el bloque, técnica, física y anímicamente. Marc Gasol es buen ejemplo: contra adversidades, tenacidad y constancia. Mejor coraje que lágrimas.