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Copiar el juego de España no es plagio

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Cappa. En una metáfora perfecta del país, el River de don Ángel es puntero y está en promoción por los promedios, ese jeroglífico bien argentino para determinar descensos. Compleja misión la del discípulo de Menotti: devolverle grandeza a un club que en los últimos años pateó su propia historia, tanto que debe sumar y sumar para no bajar de categoría por primera vez.

Riquelme. Boca se debate entre la espera por su genio lesionado y la franqueza de Borghi, un entrenador que siempre dice lo que piensa: tanta frontalidad a veces lo deja parado en la cornisa... Y pesa más de 100 kilos. Riquelme, mientras espera, avisó que quiere volver a la selección albiceleste. No es casual que ya no esté Maradona.

Ayala. A los 37 años, El Ratón de las mil batallas (varias de ellas perdidas) es suplente de Matías Martínez y Lucas Aveldaño. Ni de Piqué ni de Terry. De dos jóvenes zagueros con buena proyección (eso sí) en un Racing que, a principios de año, recibió con los brazos abiertos al veterano caudillo y hoy lo tiene como en una especie de jubilación de privilegio.

Amistoso. Cappa se desvive por su fútbol. Riquelme quiere ver a "mi amigo" Iniesta. A Ayala le dará nostalgia. El martes 7, el Estadio Monumental de River debería recibir con pleitesía a España. Y tratar de copiar una idea. Copiar lo bueno no es plagio.