Con la venia de don Manuel
No es oro todo lo que reluce en el seno del Sporting en el inicio de una pretemporada que, como todas, son ilusionantes. Después del sufrimiento de las últimas campañas, hay motivos para pensar en que la próxima va a resultar mejor y sin tantos sobresaltos. La mejoría de la plantilla, junto a la aparente descapitalización deportiva de otros rivales, con problemas financieros, provoca que en los planteamientos de Mareo se fijen cotas más altas que la permanencia. Llegar a metas más ambiciosas es posible con un trabajo en equipo, sin tener que ampararse en la suerte, aunque hasta ahora, Vega-Arango puede presumir y presume que todos sus entrenadores caminaron por caminos de mayor o menor éxito, sin que sea una casualidad.
Esta temporada, el trabajo en equipo en el cuadro técnico está seccionado. El carisma de Emilio de Dios en los que mandan es reducido. El director deportivo lo sabe, sin que en sus círculos privados se recate para repartir calificativos de todo tipo. Con Preciado como epicentro del proyecto rojiblanco, De Dios ocupa la base del prisma, al que se añaden como únicas aristas José Manuel Pernía, y el valenciano Josep Alcácer, recomendado por Preciado y último en llegar, quien deja en un plano apartado a un profesional muy válido y con más experiencia en Primera, como es Iñaki Tejada. Mientras, el resto de técnicos están destinados a trabajos menores, en un organigrama que tiene poco sentido, aunque al presidente le sirva. Será porque el balón entra.