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Recuerdos, ilusiones y triunfos

Desde que viví radiofónicamente los mundiales de Brasil 50, cada cuatro años he tenido la esperanzada ilusión de que la Selección española se coronase campeona del Mundo. Y cada cuatro años la esperanza y la ilusión se desvanecían en el aire. Unas veces no nos clasificábamos. En otras nos echaban a las primeras de cambio. Y en varias ocasiones tuvimos como límite los malditos cuartos de final. Muchas veces hemos tenido un equipo cuajado de grandes futbolistas y dirigidos por técnicos de prestigio. Ello alimentaba el optimismo general de los aficionados por lo que la decepción de la derrota era mayor. A veces nos echaron graves errores arbitrales; en otras ocasiones inexplicables, desaciertos de nuestros atacantes o los graves fallos de nuestros guardametas.

En mi memoria se mezclan los nombres de Igoa con Cardeñosa. Eloy, Salinas y Joaquín; de Iñaqui Eizaguirre con Iríbar, Arconada y Zubizarreta; pero sobre todo los de Baert y Mercet, con Bustamante, Palotai, Bambridge, Puhl y Al Ghandour, ¡brillante colección de ladrones de sueños! Para viajar a Sudáfrica comenzaron las eliminatorias más de 200 selecciones. España ha sido una de las 32 clasificadas. Llegamos al continente africano con la enorme ilusión de haber ganado brillantemente la pasada Eurocopa. Hemos llegado a la final y sólo un pasito nos separa de levantar la Copa del Mundo. La ilusión está cerca de volverse triunfo.