Iannone se merece una disculpa
Lorenzo dio ayer un paso de gigante en su camino hacia el título mundial de MotoGP. En Montmeló ganó como si fuera un veterano que lleva veinte años en el Mundial, sin despeinarse, a lo suyo, como si los demás no existieran. Tuvo durante varias vueltas tras él a Dovizioso, con una Honda que es un auténtico cañón, achuchándole y dando la impresión de que en cualquier momento le iba a presentar batalla, pero Jorge siguió erre que erre en su estrategia de ir a su ritmo y el italiano acabó cayéndose. Es tal su apariencia de superioridad, que me atrevo a decir que lo único que queda por disputar es el segundo y tercer puesto entre Pedrosa y Stoner. Una gran jornada para el motociclismo español que fue estropeada por la esperpéntica imagen que dio la Dirección de Carrera en Moto2.
Nunca había visto nada igual, era como si un árbitro en mitad de un partido sacará tarjeta amarilla y nadie, ni jugadores ni espectadores, supiéramos qué carajo quería decir. Al pobre Iannone le enseñaban un cartel que ponía '29-1' y nadie, excepto al crack que se le ocurrió tan original mensaje, conocía su significado. Su equipo intentó de todas las maneras posibles que se dejara pasar por el segundo (a partir de hoy eso significa 29-1), bajo la atenta mirada de un monigote con aires de comisario, y al final fue sancionado. Yo, de ser el italiano, me hubiera ido a una comisaría de guardia y les hubiera denunciado por robo con intimidación. Esperemos que Carmelo Ezpeleta, el jefe de Dorna, al más puro estilo de Blatter, le pida disculpas públicamente.