Todas las selecciones que están aquí presumen de buenos centrales, excelentes porteros, rápidos extremos, organizadores de peso y delanteros con olfato, pero pocas, muy pocas, cuentan con un jugador como Iniesta. Pasan los años y nadie se atreve a asegurar cual es su puesto ideal en el campo. Por eso acaba jugando de todo. Ahora en la izquierda, luego en la derecha, más tarde en el centro, junto a Xavi. Con ser importante esa polivalencia, lo es más la forma de entender el fútbol como algo colectivo. El segundo gol ante Chile resumió todas sus virtudes en apenas cinco segundos: robo de balón, pared con Torres, centro a Villa, desmarque y remate a gol que acabó siendo un pase a la red con la sutileza del mejor definidor. Y todo como si no estuviera haciendo nada.

Lo increíble es que aporta tanto o más en el juego defensivo. Es el primero que sale a presionar cuando perdemos el balón en ataque, el primero que ahoga al contrario en la banda. Incluso saca fuerzas para defender en nuestra área cuando han subido los laterales y nos pillan a la contra. Todo un manual de cómo se debe jugar en equipo. El reconocimiento internacional le llegó con el famoso gol al Chelsea en Champions, pero ahora se asoma al resto del mundo con un desparpajo que nos hace pensar que aún tiene guardadas varias sorpresas de aquí al final. Si le respetan un poco las lesiones puede ser nuestro jugador clave en las eliminatorias que se avecinan. ¿Y por dónde debería jugar? Casi mejor que lo improvise sobre la marcha. Nos irá mucho mejor