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El fruto de un trabajo bien hecho

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Me resulta curioso que hayan comenzado a escucharse algunas voces quejosas sobre la hegemonía del motociclismo español en el Campeonato del Mundo de velocidad, especialmente en la categoría de 125cc. Sobre todo, las de aquéllos que achacan el fenómeno a la coincidencia de nacionalidad entre esos pilotos y la empresa promotora del certamen, que por cierto tiene ya más de multinacional que de otra cosa... Como si a Dorna le interesara tener más pilotos españoles que italianos, alemanes, británicos, japoneses o americanos. Es evidente que eso no cabe en cabeza alguna, porque una compañía de este talante lo que busca es su difusión y su éxito en todo el mundo, no en un país determinado. Porque para eso se dedicarían a organizar el Campeonato de España, digo yo... Pues eso, que al margen de la tremenda incongruencia de esas sospechas, lo grave del asunto es que no se reconozca que esta eclosión de nuestros pilotos es, simplemente, fruto de un trabajo bien hecho.

Ya en la época de lo que se llamó 'Open Ducados', en la década de los 90, se sentaron los cimientos de un certamen nacional de enorme solvencia, bien organizado, con difusión en la Prensa, apoyo de los patrocinadores, disputado en circuitos seguros y con alicientes valiosos para los participantes. Yendo más allá, incluso los escalones inferiores del motociclismo, como las minimotos o las copas de promoción, se acoplaron a este estilo de hacer bien las cosas, dando la oportunidad a cientos de críos de iniciarse en el deporte con unas condiciones de las que nunca antes se había disfrutado. Se colocó así la base de una pirámide de formación de cuyos frutos estamos hoy disfrutando. En España no sólo se ha pensado en los grandes premios, también se ha hecho en una cantera a la que se ha mimado y protegido, que es precisamente la que nos permite hoy ser la envidia de la élite internacional. Porque en esto, las casualidades tampoco existen...