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Un poco de alivio para el 'ecce homo'

El que diga que lo vio venir, miente. Y el que no se haya hecho el longuis al abandonar el campo, que dé un paso al frente. Difícil. El ocaso de un futbolista y su retirada no suelen coincidir en el tiempo. Ni Di Stéfano (exiliado en el Espanyol) ni Maradona (como un boxeador sonado) ni Cruyff (se fue al Feyenoord despreciado por el Ajax), de los cuatro grandes sólo el mercadotécnico Pelé vislumbró el adiós. El fútbol, como la vida, tiende a ser injusto con la idea que uno mismo tiene de sus virtudes. Todos creemos merecer más. Y cuanta más pasión por el juego, peor: no imaginamos a Guti sufriendo tanto como Raúl, el doliente, un futbolista que se mortifica en el campo como el ecce homo en una procesión. Y aún así, disfruta. Ése es su problema.

Ahora debe decidir si el año que viene adelanta el eco de su mito o ser el hombre invisible. Sólo Mourinho puede ayudar a Raúl, que tiene miedo a que le tachen de pesetero. Una declaración inequívoca de que el siete blanco, heredero de los valores de Di Stéfano, es imprescindible en su equipo aunque no juegue. Sólo eso liberaría a un ídolo en busca de alivio.