Fútbol y morbo
La prensa foránea -entre ellos The Times, que ya no es lo que era, pero también otros tan circunspectos como Financial Times, con la foto de Villa lamentándose a cuatro columnas- se ha cebado con España después del gatillazo de Durban frente a Suiza. Sin duda, el mayor morbo el que plantea el otrora espejo de la prensa de prestigio británica y hoy casi un tabloide que no conserva de su viejo caché otra cosa que la cabecera. En portada, tres fotos de la entrevista de Sara Carbonero a Iker Casillas que emitió Telecinco para ilustrar el titular: 'La chica del portero reaviva la Inquisición Española'.
Dicho y hecho. Carles Rexach se sube al carro en El Mundo Deportivo con un artículo en el que dice que no busca ni pretende alimentar el debate para a continuación hacer aquello que ni busca ni pretende, es decir, poner en cuestión el estado de forma del guardameta. Casillas no es sólo el mejor portero del mundo sino además el capitán de una Selección para la que, como para todas, el estado anímico cuenta y cuenta mucho. Ese Casillas que toca el larguero con la izquierda cuando su equipo marca y cuya cara es siempre el espejo del alma, se nos aparecía después del gol del suizo Gelson Fernandes como la viva imagen del bajón que nos entró a todos. Pero si mal no recuerdo este chico es el que nos hizo superar la maldición de los cuartos parando dos penaltis a los italianos en la Eurocopa de 2008. Y además es el capitán que choca sus manoplas mientras grita "¡Vamos, vamos!" cuando los de arriba necesitan un chute de moral en algún momento de adversidad. No es sólo un gran portero, sino un gran capitán.
Alguien cree, de verdad, que su relación morganática con la subdirectora de Deportes de Telecinco es lo que hizo que saliera con los pies y no con las manos en el tanto de Suiza? ¿Tiene Casillas la culpa del rebote en Piqué? ¿Eran las malas vibraciones de Casillas responsables de que ni Villa ni Torres encontraran la portería helvética? ¿Elevó Casillas el disparo de Xabi Alonso que casi revienta el larguero? No fastidiemos, por no usar otro verbo más castizo.
Lo peor es que esto nos trae de visita otra vez a los viejos fantasmas. Si la Selección no funciona la culpa es de los jugadores del club al que odiamos cordialmente. Justo ese síndrome que creíamos superado cuando Luis -que, por cierto, pudo haber estado más prudente- y luego Del Bosque consiguieron formar un grupo con el que todos nos identificábamos al margen de cuántos de nuestros jugadores (los de nuestro club) figuraran en la alineación. El milagro de que los madridistas nos encendiéramos con una Selección en la que dominan los jugadores del Barça es demasiado hermoso como para que lo echemos a rodar. Nos habíamos identificado con una Selección en la que ya no mirábamos el color de la camiseta de los jugadores. Dejemos en paz a Casillas y a Sara. Cada uno hace su trabajo lo mejor que sabe. Dejemos que Vicente haga el suyo y a ganar a Honduras que es de lo que se trata.
J. I. Wert es sociólogo y presidente de Inspire Consultores.