Un payaso montado en una bici
Este título no es un insulto sino una descripción de la que, estoy seguro, Álvaro Neil se sentirá orgulloso. Entre las muchas satisfacciones que se encuentran viajando por China no es la menor el grado de incertidumbre que rodea la vida cotidiana. Y no sólo de parte de la geografía, propensa a inundaciones o terremotos, sino también por los encuentros con personas irrepetibles. Toparse en el Tíbet con un aventurero español no ha sido la menor de las sorpresas de este magnífico viaje. En este país nuestro, que vive tan de espaldas a la aventura, generalmente cuando alguien te llama aventurero suele referirse a la segunda acepción del diccionario, es decir: "Hombre sin oficio ni profesión que vive a costa de las mujeres". Pero, afortunadamente, hay un buen número de españoles que viven de forma plena, haciendo de su vida una constante aventura.
Hombres como el amigo que me encontré hace unos días en Lintang, una pequeña ciudad en el límite entre el Tíbet y la región de Yunnan. Álvaro Neil es un tipo extraordinario que dejó su vida de oficial de notaría para dar la vuelta al mundo en bicicleta. Sin compañía, sin regresar a casa hasta que no termine su periplo, apenas sin dinero, casi sin ayuda. Mientras me contaba su fabulosa aventura le prometí que le dedicaría este pequeño espacio de aventura para dar a conocer lo que lleva haciendo desde hace 6 años. Fue entonces cuando decidió cumplir un sueño que seguro muchas personas han tenido. Pero él se atrevió a fracasar, a hacerlo realidad. Comenzó a pedalear por África y a hacer espectáculos de payaso en cuantos lugares le necesitan. Y no cobra un euro.
Regala ilusión y risas a los más necesitados. A día de hoy, lleva 78.754 kilómetros, más de 59 países visitados, 54 espectáculos con más de 18.000 espectadores. Ha desgastado tres bicicletas, sufrido más de 70 pinchazos y 4 malarias cerebrales. Vive con menos de 200 euros al mes, que le aportan los libros que ha escrito y pequeñas donaciones que le hacen seguidores, entre los que se encuentran este servidor y una señora de 82 años que de vez en cuando le envía la ayuda de un día para comer. Quien quiera puede entrar en su página web, www.biciclown.com, y ayudarle. Según sus cálculos, le quedan, al menos, siete años y unos 80.000 kilómetros antes de regresar a España. Cuando lo haga será un hombre afortunado. Seguro que volverá más sabio y enriquecido con experiencias extraordinarias, como la de aquellos comerciantes que en tiempos de Marco Polo se adentraron en China. Y, como en el poema de Cavafis, descubrirá que el verdadero significado de las Ítacas es atreverse a realizar el camino, su propio camino.