La Isla de Man, un reto trasnochado

Hubo un tiempo en que correr en las condiciones en que se sigue haciendo en la Isla de Man era algo normal. Me fascina escuchar las historias que pilotos como Ángel Nieto te pueden contar de sus andanzas por estos circuitos urbanos o por carreteras abiertas, saltando vías de tren, rozando guardarraíles, esquivando bordillos o pisando pasos de cebra... Pero lo hago con las mismas sensaciones que me puede ofrecer una película de terror, pensando que afortunadamente todo eso es tan sólo producto de la imaginación. Sin embargo, lo del TT no tiene nada de ficción, es algo muy real que ya le ha costado la vida a 241 pilotos a lo largo de su historia.

Sé que los defensores de la carrera argumentan que la decisión de los pilotos de correr allí es voluntaria y que, por tanto, hay que respetarla. Personalmente entiendo que no es así, que no debería darse a nadie la oportunidad de jugarse la vida de ese modo cuando hay otras opciones igual de válidas y menos arriesgadas de disfrutar del motociclismo, que ya sabemos todos que es un deporte peligroso por definición. El suicidio también es una decisión voluntaria y, sin embargo, no es legal... Además, hay otro factor que en mi opinión debe ser tenido en cuenta. Dejando incluso de lado el debate sobre la libertad de cada uno para elegir su destino, lo cierto es que tampoco me parece que beneficie nada a las motos las víctimas que se ha cobrado esa quimera de la Isla de Man, la última ayer mismo. El motociclismo de hoy es algo bien distinto y ese romanticismo mal entendido no lo encuentro nada positivo.