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El paso a un lado de Florentino

Tampoco esta vez probará Florentino con la paciencia. Hasta llegar a ella aún le queda una bala: un técnico galáctico que ponga orden en la galaxia. Para eso llega Mourinho, tocado con boina verde, quizá la misma que lució aquí Capello. "Miren mi corte de pelo. Estoy preparado para la guerra", es una de las frases que se le atribuyen.

"Estuve tres años con él en el Chelsea y cuando hablaba, en el vestuario no se oía un ruido", le leí el otro día a Robben en una simplificación de lo que es un técnico de perfil alto. Aquel que cobra más que cualquiera de los que dirige, aquel que no admite un portazo, una voz, un mal gesto o un retraso, aquel que administra los egos con mano de hierro, aquel que pasa revista al club a diario de arriba abajo, aquel que toma clases de italiano durante cinco horas al día para que el idioma no entorpezca su mando, aquel que pide más poderes que jugadores, aquel que llama 'voyeur' a Wenger, aquel que nunca admite ser servido como segundo plato. Y que además gana. Eso compra Florentino, en lo que interpreto como un paso a un lado ante el vestuario. Hasta para escépticos como yo resulta fascinante.