Los sentimientos siguen a flor de piel. Lo mejor que han conseguido Forlán y compañía es que en Madrid florezcan los atléticos por todos los lados. Niños de menos de quince años que llevan dos días conociendo la grandeza de esta entidad. ¡Qué bonito fue el día de ayer! Y en especial la tarde. La Puerta de Toledo, la Catedral de La Almudena, la Puerta del Sol, Cibeles y el fin de fiesta en Neptuno fueron un empacho de colchonerismo que se necesitaba. La gente tenía un brillo especial. Ni un mal gesto, más bien lágrimas en todos los presentes. Ahora, tras los festejos, es el momento de las enseñanzas.

Cerezo y Gil Marín, que han sido los dos pilares que han mantenido a flote la entidad en los momentos más negros de su historia, deben saber que nunca más se puede repetir la nefasta década de inicio de este siglo. El Consejo debe mirar hacia el futuro y ya se acabaron las estupideces de Pupas, de perdedor o de palmar. Ahora tenemos que mirar a la Champions. La orejuda tiene que ser el siguiente paso y el Atlético tiene potencial más que de sobra para conseguirlo. Lo más emotivo fue el fin de fiesta con los canteranos. Ahí hay madera. De Gea y Domínguez han sido las apariciones más relucientes de este año en España. Los que vienen por detrás tienen categoría superior. Este Atleti pinta bien.