Termómetro al rojo vivo para el Real

Quizá porque sus fundadores eligieron la palabra vasca que significa 'salud', Osasuna es el termómetro perfecto del estado anímico del Real Madrid. No hay otro equipo ante el que el madridismo cambie tanto sus prejuicios de la ida a la vuelta del campeonato. El miedo a viajar a la Vieja Iruña se torna un indolente "¿Quién dices que viene el domingo?" cuando Osasuna llega al Bernabéu. Pero el mercurio sigue funcionando. En Navarra y en la capital. Las secretas corrientes que remueven el fútbol español, esas que mezclan política, periodismo, arbitrajes y chirigota en una coctelera modelo Molotov; las mismas que afilan la rivalidad entre Barcelona y Madrid hasta el delirio, nos dicen ahora que las visitas merengues a Pamplona están en el limbo, como si se jugasen siempre en jornada de miércoles.

Allí los blancos celebraron el título hace dos años, Osasuna la permanencia la temporada pasada, y en ésta se erigió un monumento al cerocerismo ilustrado. Todo educadamente. ¿Qué fue del partido con más carga política de la temporada? De tanto señalar en los Dinámicos los Osasuna-Real Madrid, las curvas llegan en el round del Bernabéu, donde siempre pasa algo: el debut (con gol) de Michael Robinson en nuestra Liga, un 0-4 en el inicio del ocaso de la Quinta del Buitre en el 91, el 0-3 de la caída de los dioses galácticos en 2004 o el "Por lo menos, tírate bien" de Pérez Burrull a Juanfran. Osasuna vuelve a tomar la temperatura madridista: hay fiebre de Liga en el Bernabéu.