El número trece
Desde los años noventa, las ascensiones a los ochomiles han cambiado a un ritmo vertiginoso: se han masificado, hay cuerdas en las rutas, se dispone de teléfonos satélite, se emplean helicópteros, se abusa de sherpas que abren ruta y fijan cuerdas o se utiliza oxígeno. Y, lo más importante, se cuenta con partes del tiempo enormemente precisos. Pero el reto sigue siendo considerable. Aun así, las ascensiones de las mujeres no pueden analizarse sólo con los números.
Una de ellas, la coreana Go, murió descendiendo de su 11º ochomil. Era la que iba más rápido, pero utilizaba oxígeno y sherpas. Oh y Pasaban han utilizado oxígeno en dos, así que hasta en eso están empatadas. Les sigue la austríaca Kaltenbrunner, que tiene doce, todos ellos sin oxígeno, y se encuentra en el Everest fiel a su estilo más puro. Antes de dos semanas sabremos quién ha llegado la primera a la meta. Y habrá que felicitar a la ganadora y esperar a que, como dijo Eric Shipton después de la primera escalada del Everest, dé comienzo el alpinismo femenino Muchos pensamos, que sin rebajar ningún mérito, la primera mujer de verdad en apuntarse los catorce ochomiles será la que lo haga sin oxígeno, y con un equipo pequeño. Y les quedará la verdadera carrera, contra ellas mismas, con equipos sólo femeninos o en solitario.