¡Qué carrera! ¡Qué pilotos! ¡Qué espectáculo! Rossi y Lorenzo son tremendos. Los dos están al frente de dos grandes armadas, la italiana y la española, ambas con cinco pilotos en la MotoGP. La italiana suma 178 victorias y 15 títulos mundiales; la española, 83 victorias y 6 títulos mundiales. La balanza la desequilibra Rossi, general de la armada italiana. Pero nosotros también tenemos un piloto que, pese a ser mucho más joven, tiene igualmente rango de general. Es Lorenzo. Durante toda la carrera, ambos se pegan guantazos con los otros pilotos hasta que se quedan solos. Casi siempre gana Rossi, pero -y que Lorenzo nos perdone- no nos importa. Rossi cae bien. Aparte de que sea un fenómeno, es un tipo simpático.

Ayer se quedó sin gasolina tras cruzar la meta y no se le ocurrió otra cosa que conducir él mismo la motillo que debía llevarle hasta el box. Como no iba a dejar tirado al encargado de la moto, le llevó de paquete. Rossi se salta todos los protocolos, es espontáneo, llega a la gente. Por eso todos somos de Rossi. A Lorenzo le llegará la hora. Seguro. Es nueve años más joven. Tiene tiempo. De momento demuestra un valor y un talento fuera de lo común. Con una moto más lenta que las de Dovizioso y Hayden, les superó a base de frenar más tarde que ellos. Aunque, claro, para eso nadie como Rossi. Su moto registró la velocidad máxima más baja de cuantas acabaron: 316 km/h frente a los 325 de la más rápida, la de Barberá. ¡Así se ganan los galones!