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Un león sin melena que sale de caza

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El brillo de su calva sirvió de reclamo a los ojos de Caparrós, fue clave para distinguir a un proyecto de futbolista de entre una treintena de chicos de Segunda B locos por llamar su atención en un bolo. Fue una apuesta singular, por un jugador que sobresalía sólo por la intensidad que pone en cada pelota. Es la receta que le ha servido para sorprender a los Piqué, Albiol, Escudé... Y para ser ya un referente en San Mamés, rendido ante un tipo tan entregado. No se debate si no hay un punta mejor en Lezama.

Resulta inaudito ver de caza a un león sin melena. El último calvo que se recuerda fue un gris lateral derecho, Manu Núñez, a quien Howard Kendall se trajo del Murcia en un arrebato. Jugó nueve partidos. A otro vitoriano, Felipe Guréndez, titular con 34 años en el Numancia, se le cayó el pelo de tanto sudar en la hierba como Toquero. El secreto de Il due, como le llaman cariñosamente medio en solfa en la caseta, es estar siempre enchufado. Le da igual medirse a Barça o San Roque. Va antes que nadie a la segunda jugada, rompe a la espalda del central, a las bandas. Doce kilómetros por velada, todos con gran sentido colectivo.

Caparrós tiene que frenarle en los entrenamientos, no sabe dosificarse. Y Toquero se enfada porque crece cada día, siente que mejora. Resulta difícil encontrar una historia así. La fe mueve montañas hasta en la Liga de Messi y Cristiano. A soñar, chavales.