Arquitecto y depredador
Pequeño y silencioso, pero eficaz y currante como un castor. La ejecutoria de Joan Creus como gestor barcelonista ha sido impecable. No sólo ha construido un extraordinario equipo, sin fisuras aparentes, sino que lo ha ensamblado arrebatando piezas maestras a sus rivales más acreditados. Al Unicaja le dejó sin su mejor pívot, Ndong. Al Joventut (y, de paso, al Madrid) le quitó a Ricky Rubio, la gran perla del momento en todo el planeta basket. Del CSKA Moscú se trajo a Morris, un pívot polivalente que ha hecho olvidar a Ilyasova. De Vitoria importó al mejor 'tres' de la ACB, Pete Mickeal, y de la NBA recuperó a la joya de la corona azulgrana, Juan Carlos Navarro.
Dicho de otra forma: un refuerzo de lujo en cada posición (desde el '1' al '5'), esquilmando de paso a la competencia. Dirán ustedes que con el talonario rebosante es fácil fichar, pero eso sería un resumen injusto y miope de las maniobras de Chichi Creus. Con similar gasto, o superior, otros equipos no han reunido una plantilla tan equilibrada y poderosa como la del Barça. Quizá el problema de fondo del Madrid actual no sea su propio plantel (que es notable) sino haber coincidido con el mejor Barça de la historia, una galaxia inexpugnable de estrellas-obreros. Ayer el Real rozó por momentos la sorpresa en el Palau, pero la carencia de un antídoto contra Pete Mickeal desniveló la balanza.