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A mí no me da miedo el Barcelona

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Un servidor estaba aquella noche en el extinto e inolvidable pabellón de la vieja Ciudad Deportiva. A escasos diez metros de mi asiento, asistí atónito a ese salto felino del gordo Williams hacia la grada y la espectacular llave de judo que Aulcie Perry le hizo después. Me impresionó tanto como el choque de trenes entre el añorado Fernando Martín y Mike Davis en aquel Madrid-Barça que nunca se borrará de nuestras memorias. Aquel baloncesto era más rudimentario, pero dejaba paso a situaciones que afortunadamente ahora sólo parecen verosímiles en los partidos del hockey sobre hielo norteamericano...

Esta noche quedará plasmado mejor que nunca el desarrollo del baloncesto hacia un escalón superior. Vistalegre acogerá a casi 15.000 aficionados, el triple de los que iban al recinto donde ahora está el nuevo sky line de la capital. Los jugadores son más fuertes físicamente y hasta los tiarrones de 2,10 te meten triples como Petrovic. Lo que no cambia es el morbo que provoca la presencia en Madrid del Maccabi. Intentarán aguarnos la fiesta, como ya hiciesen hace dos temporadas. Pero esto ha cambiado. El Madrid de Messina ha adquirido una autoestima que me permite ser sólo dos cosas: optimista y optimista. O sea, que ganarán el partido, asegurarán la primera plaza y el factor cancha en el playoff de cuartos de final. Pero que conste que hoy no se ganará para eludir al Barça. A mí no me dan ningún miedo. Al revés. Hay ganas de revancha tras lo de Bilbao. Será en la Final Four de París.