Nunca caminarás solo
No suenan canciones de ánimo cuando asciendes por un ochomil, salvo, quizás, dentro de tu propia cabeza. Cuando sales de la tienda, muerto de frío y los dedos se te pegan en los crampones, no hay una multitud enfebrecida que te anima ante el inminente desafío cantando la canción que a todos, aficionados y jugadores, identifica, como hacen, por ejemplo, los hinchas del Liverpool con la ya famosa y siempre emocionante You'll never walk alone (Nunca caminarás solo). Pareciera que no puede haber dos deportes más alejados el uno del otro que el fútbol y el alpinismo. Y sin embargo, un tipo inteligente como Guardiola les ha encontrado nexos en común. El otro día ha sido noticia que el entrenador del Barcelona puso un vídeo a sus jugadores con un reportaje sobre el malogrado rescate de Iñaki Otxoa de Olza en el Annapurna. Iñaki era un gran amigo al que animé a dar sus primeros pasos en los ochomiles, en concreto en el K2 con el mejor equipo que he tenido en Al filo.
Allí sufrió un tremendo accidente, cayendo casi cien metros por una pared de roca y nieve. Sólo la mochila, y algo parecido a lo que suele llamarse destino (o suerte o azar), le salvó de la muerte. Iñaki se fracturó un brazo y tuvo que regresar a casa, pero desde ese mismo instante tuvo claro lo duro que resulta acometer retos en el límite de la resistencia y de las posibilidades humanas. A pesar de ello decidió elegir esa vida. Luego tuve la fortuna de convivir con él muchos meses, y compartir alegrías y desgracias, como las de, en el verano de 1996, conseguir la cima de dos ochomiles en sólo unos días y, al mismo tiempo, ver cómo dejas a un compañero en la montaña. A pesar de todos nuestros esfuerzos, el teniente Manuel Álvarez se quedaría en el Hidden Peak. Ni Iñaki ni yo pudimos intuir que unos años más tarde él correría la misma suerte. Su rescate, como el de Manolo en el Hidden, o el de Óscar Pérez este verano en el Latok 2, se convirtieron en operaciones fracasadas y dolorosas, pero fueron magníficos ejemplos de compañerismo, de solidaridad, de trabajo en equipo, de arriesgar la vida para salvar a un amigo.
Creo que Guardiola (igual que cuando les pasó Gladiator, ya saben: "¡Fuerza y Honor!") buscaba acercar a sus hombres el valor del trabajo en equipo. Algo fácil de olvidar -e incluso despreciar- cuando eres una megaestrella y las multitudes te aclaman, pero que, en un gigante de nieve, roca y hielo, se convierte en el único asidero fiable y tranquilizador. Por eso, cuando un alpinista sale hacia la vía que sueña y va atado con la cuerda a un compañero sólo tiene algo seguro: que no camina solo, aunque no suene ninguna canción que se lo recuerde.
Sebastián Álvaro, creador de Al filo de lo Imposible.