Forlán tenía que ser
Forlán no anda fino este año. Año de Mundial. O sea, que tiene que despabilarse pronto, aunque él tenga siempre plaza fija con la zamarra charrúa. Una selección que le necesita más que el Atlético, donde esta temporada se echan de menos sus goles. Quince lleva marcados (diez en Liga, tres en Copa y dos en Champions), que no es mala cifra a tenor de lo que se desprende de su rendimiento esta temporada. A alguien incluso le ha dado la impresión de pusilánime en algún encuentro concreto. Hasta eso se le puede perdonar. Él fue de los que más contribuyó a que el Atlético se metiese en Champions con sus 32 goles. Y fue Bota de Oro, un título rojiblanco.
Eso hace que se le puedan perdonar algunas ausencias y la gente aguarde con impaciencia sus goles para gritarle "¡U-ru-gua-yo!". Forlán fue suplente ayer en Estambul. Pocos lo consideraron como un sacrilegio, como calificaron el año pasado cuando Abel lo sentó en Oporto y el Atlético cayó en octavos de la Champions. El destino quiso ayer que fuera el Bota de Oro el que metiera a los rojiblancos en los octavos de la Europa League. Con la final de la Copa tan lejos como los equipos de arriba en la tabla de clasificación de la Liga, estos dos meses habrían sido como cruzar el desierto. Tenía que ser Forlán el que mantenga intactas todas las ilusiones.