Un genio en un equipo de leyenda

Un genio en un equipo de leyenda

Era un jugador especial. Salcedo, más conocido por sus compañeros como Gigi, me permitió crecer con un equipo rojiblanco que marcó una época. Llegó de la mano de Marcel Domingo, ganó tres Ligas, estuvo en la final de la Copa de Europa de Bruselas, y siempre fue ese centrocampista al que le faltó mayor constancia para ser indiscutible hasta en la selección. Era el recambio al que acudían sus entrenadores para encender la lucecita cuando sus compañeros no encontraban el camino del gol. Tuvo a su lado un maestro como Luis y puntas como Gárate, Becerra, Ayala o Ufarte que disfrutaron con sus pases. Fue un Guti en versión colchonera.

Tenía una elegancia natural con el balón en los pies y la cabeza bien amueblada. No era un cartero y si abusaba de algo era de exceso de individualismo. Estuvo siete años en el Calderón y luego dejó la Primera sin hacer ruido. Tuvo la mala suerte de encontrarse con un bloque que funcionaba a la perfección y en el que había que esperar pacientemente su oportunidad. Fue con Alberto, en la banda izquierda, con el que tuvo más rotaciones. Fue al primero que vi los cambios de ritmo cuando entraba por la banda. Como todo artista tenía sus seguidores, más bien pocos, y los detractores que le esperaban cualquier error para atosigarle. No se arrugó y era cuando más pedía la pelota. Salcedo siempre estará en mi corazón y es uno de los grandes en la historia del Vicente Calderón. Rojiblanco de los de verdad.