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Un incapaz peligroso para todos

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Siempre estuve contra la criminalización de los árbitros, que entran en el campo teniendo dos rivales y no uno como cualquier equipo. Los árbitros tienen el deber más difícil porque la tecnología, es decir, la televisión, siempre tiene más ojos que ellos. Pero lo que ocurrió el miércoles en Múnich no tiene ninguna justificación. Hay casos límite en el fútbol y esto, hablando de malos arbitrajes, es uno de ellos.

El noruego Ovrebo no es un desconocido sin experiencia que ha fallado como puede fallar cualquier árbitro en cualquier partido del mundo. Este salmón noruego, tan frío y tan malo como un pescado que no es fresco, tenía peligrosísimos antecedentes contra la selección italiana en la Eurocopa de 2008, cuando anuló un gol legal a Luca Toni en un partido frente a Rumanía, y uno más reciente en la semifinal de la Champions del año pasado cuando arruinó el partido entre Chelsea y Barcelona.

Por estas razones, Ovrebo no tenía que ser designado para un partido tan importante de la Champions. Es un incapaz, peligroso para cualquier equipo y entonces peligroso para el fútbol. En Italia se ha montado un escándalo, pero yo estoy convencido de que Ovrebo ha fallado no por una idea de dañar a la Fiorentina, sino por su propia ineptitud. Por esto, hay gente que tiene más culpa que él: la comisión de los árbitros que lo ha designado y que nunca lo ha frenado dejándolo fuera del fútbol. Todos pueden fallar y los árbitros, como los futbolistas, como los entrenadores, como los presidentes y como nosotros los periodistas, puede fallar. Pero para todos hay un límite y este límite no se puede pasar nunca. Ojalá Ovrebo no pite más partidos importantes en el futuro.