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No hay que dejar al azar la seguridad

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La trágica muerte de Nodar Kumaritashvili en los Juegos de Invierno me ha llevado a la reflexión de lo muchísimo que, afortunadamente, se ha avanzado en materia de seguridad en el deporte del motor. Desde luego que soy un profano absoluto en esto del luge y pido disculpas anticipadas por mi atrevimiento, pero a la vista de las imágenes sí que diría que con una mayor protección seguramente las consecuencias del accidente hubieran sido muy diferentes. Claro que la pérdida del control del trineo fue fortuita, por lo que se deben de propiciar son las máximas medidas de seguridad para cuando estas circunstancias se producen. Si Kumaritashvili no hubiera traspasado los muros de la pista para golpearse brutalmente contra una viga desnuda, quizá hoy estaría vivo.

Para entendernos, el accidente me ha recordado a la época cuando un piloto de motos se caía y le estaba esperando un guardarraíl cortante (por desgracia, lo que sigue ocurriendo en muchas de nuestras carreteras); o a que una estrella de Fórmula 1 perdiera el control del coche y se encontrara con un muro a una veintena de metros del asfalto, sin escapatorias o zona de frenada; o a que los ocupantes de un coche de rallys no estuvieran protegidos por una auténtica jaula de tubos de alta resistencia. Es decir, medidas no para evitar lo inevitable, el riesgo, sino para minimizar sus daños. Estoy convencido de que este drama será motivo de reflexión, porque una simple red de contención a lo largo de la pista hubiera podido salvar la vida de una persona.