Es lógico que las pruebas de Rossi con el Ferrari despierten una enorme expectación. Lo mismo que cuando corre un rally o le colocan como candidato a un volante para las 24 Horas de Le Mans. No sólo es el campeonísimo de las motos, también disfruta de un carisma que le ha convertido en una de las grandes estrellas del deporte mundial. Sin embargo, creo que en ocasiones se busca una trascendencia excesiva a estos test con la escudería de Maranello. Soy de los que piensan que ver a Valentino en la parrilla de F-1 es casi imposible. Pero eso no quiere decir que no pueda darse el gustazo de sentarse en un monoplaza rojo. Lo haría cualquiera, creo yo... A Ferrari el montaje tampoco le viene mal, porque tiene otros dos días de retorno publicitario añadido a costa de los caprichos del motorista.

Así que la operación me parece perfecta. Rossi es también un fuera de serie para los jefazos de Maranello y le regalan una prueba de F-1 como premio a su noveno título mundial; de paso, ellos acaparan minutos de televisión y páginas de prensa con 'El Doctor' vestido de rojo. ¿A quién molesta que sea así? A nadie. Todo lo contario, podemos disfrutar de su experiencia y su peculiar forma de entenderla, tan original como cualquier cosa que hace. Ponernos ahora a especular sobre si correrá o no en un gran premio de coches me parece baldío. Su mundo, de momento, siguen siendo las motos y lo que tenga que pasar, pasará. Y no me cabe duda de que su decisión no dependerá de estos experimentos, que tienen como única trascendencia que Valentino se lo pase en grande. Afortunado él...