Esperanza, pero sin confianzas
Sobre el papel, el Atlético es un rival temible por su potencial ofensivo y, además, el Sporting lo visita en plena reacción, con el precedente de dos espectaculares goleadas en sólo cuatro días. El año pasado, con el fantasma del descenso merodeando, los gijoneses fueron al Calderón con la ilusión de mantener la portería a cero, lo que no fue posible, con una imagen de poca estabilidad defensiva. Entonces era la habitual y propició que la temporada acabara con el mayor registro negativo de la categoría. Afortunadamente, el ataque fue la baza para evitar el descenso, pese a tener número para ello. Este año, las circunstancias son diferentes, porque el equipo de Preciado tiene unas estadísticas más equilibradas, lo que permite proyectar otra imagen más esperanzadora.
Esta temporada, el Sporting llega al Manzanares con mejores números que hace un año por estas fechas, en una posición más desahogada, pero sin ninguna confianza porque el rival parezca el prototipo de la irregularidad. Sabe que enfrente se las verá con los Simao, Forlán y Agüero, sus verdugos de la pasada temporada. Los de Preciado no se desplazaron a Madrid pensando en el Atlético que figura en la clasificación, sino en el rival que tiene un potencial que, en buena lógica, no necesita la Copa para meterse en Europa. Eso sí, en el caso de que encuentre alguna opción, intentará cambiar la dinámica de sus desplazamientos, ya que lleva dos viajes sin puntuar. La posición desahogada da confianza. Por eso es uno de esos partidos en los que hay que esperar a ver qué pasa.