Los lemas de Ernest Shackleton
Supongo que resulta cuando menos peliagudo ser optimista, cuando te sientas jornada tras jornada en el banquillo del Atlético de Madrid, pero es lo que le recomendé a Quique Sánchez Flores, citando a mi admirado Ernest Shackleton, un auténtico catedrático en eso de vérselas con el infortunio y el rescate en situaciones desesperadas. Me venía insistentemente su recuerdo mientras escuchaba desde el control la magnífica entrevista que José Ramón de la Morena mantenía el pasado lunes con Quique, el actual entrenador del glorioso Atlético. Quique siempre me ha parecido un tipo excepcional, inteligente y apasionado por su profesión. Un tipo culto y despierto que revela que además de un gran deportista, y ahora un competente entrenador, mantiene su mente abierta a muchas otras cosas además del fútbol. Siempre he pensado que tener una cabeza bien amueblada es la premisa fundamental, no sólo para enfrentarse a cualquier profesión sino para hacerlo con la existencia en general. Recuerdo la cantidad de veces que mi padre me ha aconsejado que desconfiara de los que tienen mala cabeza y ahora ratifico la cantidad de veces que me he equivocado por no hacerle caso.
El caso es que, acabada la entrevista, aprovechamos para ponernos a charlar animadamente con Quique unos cuantos de los que nos encontrábamos en el estudio. Por supuesto hablamos de fútbol, y por supuesto de la situación del Atlético de Madrid. Pero también hubo oportunidad de abordar muchos otros temas: desde la psicología del deporte a la aventura de Shackleton y también de lo importante que es transmitir ciertos valores a los jugadores. Me sentí especialmente halagado cuando me confió que oye con frecuencia mis intervenciones radiofónicas, de las que dice aprender mucho. Agradezco doblemente ese elogio por venir de un hombre en el que admiro su enorme capacidad de reinventarse mientras se enfrenta a retos a cual más difícil. Como el que ha asumido ahora, con el Atlético metido en una de sus ya famosas travesías por el borde del precipicio. Le deseo lo mejor a él, al Atlético y a todos mis amigos que comparten esa magnífica afición, de Panchito Varona a Manolete, pasando por mis primos Pepe y Conchi. A pesar de ser merengue, nunca he deseado que le vaya mal a la gente asidua a ese lugar, la Ribera del Manzanares, donde, en palabras de Sabina "se infartan los corazones".
Al final de la conversación, Quique me preguntó qué haría Shackleton en una situación similar. Le he contestado con dos sugerencias que le sirvieron al explorador británico para salvar a todos sus hombres, tras casi tres años perdidos en la Antártida. Primero, quitar presión a los jugadores, pues muchas veces el mayor enemigo lo tenemos dentro de nosotros y los errores surgen en muchas ocasiones por exceso de nerviosismo y responsabilidad. Y luego le recordé los dos valores esenciales de la actuación de Shackleton: "Resistir es vencer" y que en momentos así hay que ser, sobre todo, "condenadamente optimista", hasta el final.
Sebastián Álvaro es creador de Al Filo de lo Imposible.