Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

Mezquita, playa y tabaco

Llegó el primer día de relajación. Mientras los jugadores del Barça se daban un chapuzón en la playa, seguidores culés inundaban la Gran Mezquita Sheik Zayed, la tercera más grande del mundo. Sobre la alfombra de la sala de oración, con capacidad para 30.000 personas, se debatía sobre la magia de Messi y la lesión de Iniesta, que no jugará la final. Esa alfombra que ayer pisamos todos fue tejida por mil artesanos, que emplearon treinta toneladas de lana y quince de algodón. Bueno, todos no. Sara Carbonero se quedó fuera. Las mujeres que quieran entrar tienen que ponerse un vestido negro hasta los pies, con capucha incluida para tapar la cabeza. No crean que es la única norma imposible de saltarse en este país tan diferente al nuestro.

El miércoles, en el estadio, voló el paquete de tabaco con el correspondiente encendedor, en el cacheo de la entrada. Sabíamos que no se podía fumar pero no que requisaran la mercancía. Al acabar el partido te dejaban rebuscar en la caja de cartón donde lo habías depositado, por si aún estaban tus cigarrillos. De eso nada, allí solo quedaba purrela, cajetillas vacías. Al menos me llevé un pequeño frasco de pachuli (los perfumes también los confiscan porque llevan alcohol y no vaya a ser que la tentación te pueda). Si lee esto el dueño, estoy dispuesto a devolvérselo. Al final, dejo de fumar, ya verán. Haría bien Guardiola dándoles un garbeo a sus chicos por la ciudad para que conocieran las costumbres de los anfitriones. ¡Ah!, también se pirrian por el fútbol.