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Fútbol en un decorado de cartón piedra

En Abu Dhabi llueve poco pero el domingo llovió. Parece que sobran los dólares pero tras el susto de sus vecinos de Dubai, se empiezan a tentar la ropa. Vamos, que la película no es tal y como te la cuentan hasta que no estás aquí y ves la realidad. Y esa indica que tienen pasión por el fútbol, que quieren que nos olvidemos del petróleo y les veamos como una potencia emergente en el turismo y que se esmeran porque el Mundial de Clubes sea el mejor escaparate. Curiosamente el que lo logren no está en sus manos, por mucho dinero que pongan, ni siquiera en las de la FIFA. El Barça es la gran estrella invitada y, según hagan los de Guardiola, el invento de traer la antigua Intercontinental a los Emiratos Árabes será un acierto o un fracaso. Vamos, que están más pendientes de si se recupera Messi o no que el propio Laporta. Para tranquilidad de los jeques, Leo estará en caso de apuro el miércoles y seguro en la final del sábado. Abu Dhabi es una ciudad de contrastes. Resulta impensable que aquí no hubiera casi nada hace medio siglo, cuando los beduinos se buscaban la vida en el desierto. Ahora son enjambres de grúas gigantes levantando inmensos edificios de diseño, que uno no acierta a adivinar por quiénes serán ocupados. Obreros de Pakistán por cada esquina, actividad frenética y una amabilidad extrema para el visitante. Por no contar que el conocimiento de nuestra Liga resulta extremo.

En cualquier bazar que entras para comprar los relojes Casio que se han vuelto a poner de moda te recitan la alineación titular del Barça de memoria, incluso antes del oportuno regateo. ¡Ah!, lo de la lluvia fue el domingo. Ayer estuvimos cerca de los 30 grados y así se espera que sea toda la semana. Vamos, como en la Península.