Corchado tiene que dimitir
Si yo fuera Juan Carlos Corchado, presidente de la Federación de peñas del Xerez, presentaría la dimisión inmediata. Lo haría porque uno no puede ser juez y parte, periodista y negociador, fuente y mensajero. Ayer sólo un diario cubrió la visita a Chapín de los compradores argentinos, el periódico que guarda relación laboral con Corchado. Mal asunto. A eso se suma que él, azote de Joaquín Morales, anunció a bombo y platillo: "Cualquier reunión de las peñas o la Plataforma 'Salvemos al Xerez' con Morales será con luz y taquígrafos". Ayer se vieron con él en Dos Hermanas, a las tres y en solitario. Así lo quiso Morales. O mejor dicho, no. Él sugirió que fuese algún periodista, pero el compañero sondeado, en una actitud que le honra, se negó si no acudían el resto de medios de comunicación. ¿Quién tanteó al periodista?
El teléfono de Corchado registró ayer decenas de llamadas, perdidas todas. No era buen día para responder a los medios. Cuando lo hizo, su justificación a AS fue digna de Joaquín Morales: "Dije que habría luz y taquígrafos, pero las circunstancias del club han cambiado". Corchado incurre en dos errores: se atribuye competencias que no le corresponden (como decidir cuando debe hacer públicas sus reuniones) y saca partido de su puesto estratégico. No me gustaría estar en la piel de Corchado y por ética espero que dimita. Si no lo hace, será otro Morales más, el penúltimo cacique de esta historia. ¿Quién lo iba a decir?