No es digno de Jerez, ni de Primera
Este lastimoso Xerez representa mejor a la cuadriculada y voluntariosa tradición de la minera y alemana Gelsenkirchen que a la de una ciudad como Jerez cargada de duende y pellizco cuya historia la escribe una larga estirpe de artistas. En Jerez, Vaticano del flamenco donde han nacido apóstoles del cante como Tío José de Paula, los Terremoto, los Agujeta, La Paquera, el Torta o José Merce, ha bebido el capote de Rafael de Paula, la pluma de Caballero Bonald, el arte de Lola Flores o el genio de dos futbolistas típicos de la tierra como Kiko Narváez y Dani Güiza. Dos ilusionistas del gol.
Indigna ver a este engendro sudoroso y lamentable en lo futbolístico abandonado por su desvergonzado dueño (quien ni está a la altura del debut en Primera ni reúne dignidad para ir al palco a Chapín), con una alarmante falta de calidad de una plantilla de Segunda que malvive en Primera (sin culpar de ello a un plantel que hace lo que puede) y el fútbol anestesiante propuesto por Ziganda. Este Xerez quiere hacer el Dakar en bicicleta y así le va. Y lo peor es ver resignada a una afición históricamente inmune al desaliento. Este Xerez ni es digno de Primera, ni es digno de Jerez.