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Las sombras que nos acompañan

Ninguna ascensión es obra de un solo hombre. Detrás de ellos se apiñan las sombras de otros que antes lo han intentado y han fracasado. Su fracaso les ha enriquecido y miran con orgullo y respeto a quienes han vencido". No, aunque parezca mentira, no estaba pensando en el Real Madrid ni en las posibles consecuencias de su eliminación de la Copa del Rey, cuando elegí esta frase para abrir este humilde rincón de aventura. Aunque, ojalá, esta derrota les sirviera para que alguien pudiera reflexionar de la misma forma que lo hizo Charles Houston en 1954. Porque con esta frase finalizaba el mensaje de felicitación que el norteamericano envió a los miembros de la expedición italiana de 1954 que acababa de conquistar por primera vez la cima del K2. Son buena muestra de la grandeza de este alpinista norteamericano cuya intensa y fructífera vida dedicada al alpinismo se ha apagado hace tan sólo unas semanas, cuando contaba 96 años. Houston es uno de esos ilustres "fracasados" que han hecho grande este deporte con su ejemplo.

Dos veces intentó alcanzar la cima del K2, la primera en 1938 como líder de la primera expedición norteamericana que lo intentaba. Aunque no llegaron a la cima, aportaron una experiencia valiosísima sobre la ruta de los Abruzos, que finalmente se convertiría en el camino que llevase a los italianos al éxito. Volvió a la segunda montaña más alta de la Tierra en 1953, el mismo año en que los británicos alcanzarían la cumbre del Everest. El K2 se mostró inclemente desde el principio, pero su experiencia y un indestructible espíritu de equipo les llevó hasta el Hombro, a 8.000 metros de altitud, desde donde se prepararon para el ataque final. El intento se convirtió en una desesperada lucha por la supervivencia cuando quedaron atrapados por una de esas furiosas tormentas que han hecho del K2 una montaña tan temible como salvaje. Por si fuera poco Houston, que era médico, diagnosticó que uno de los miembros de la expedición, Art Gilkey, padecía flebitis y la posibilidad de que un coágulo en la pierna llegase a sus pulmones. Lo envolvieron en un saco de dormir y arrastrándole se lanzaron ladera abajo.

Entonces un resbalón hizo caer a los seis alpinistas hacia el abismo pero, milagrosamente, se salvaron de una muerte segura por la habilidad de uno de ellos para detener con un piolet a todos. Decidieron dejar al enfermo anclado en la nieve y seguir bajando hasta el siguiente campo y luego volver a por él. Los dos alpinistas encargados de ese rescate no lo hallaron. Nunca sabremos si una avalancha se lo llevó o si él mismo se lanzó al vacío para no poner en peligro la vida de sus compañeros. Houston no volvió a las grandes montañas pero sus aportaciones médicas resultaron cruciales para las futuras generaciones de alpinistas, siendo el primero en documentar el edema pulmonar, una de las peores complicaciones que pueden sufrirse en montañas muy altas. Houston supo convertir la sombra de una montaña que le golpeó sin piedad en una experiencia iluminadora para el resto de alpinistas, que le debemos eterna gratitud. Y supo perder y levantarse.

Sebastián Álvaro es creador de 'Al Filo de lo Imposible'.