Iker, el carácter de un capitán
Del Bosque se dio cuenta rápido de que tenía un líder en el vestuario que lucía brazalete. Diez años antes, Camacho se percató que debía darle la oportunidad a un imberbe que lo paraba todo. Entre una percepción y otra, cien partidos del que será, seguro, el que más veces vista la camiseta nacional. Casillas ha sabido evolucionar. Sigue siendo aquel que lo paraba todo y que deslumbró a Camacho pero ahora atesora la responsabilidad de la capitanía. Igual porque sus comienzos en la Roja no fueron demasiado gratos, Iker intenta que todo el que llega al grupo se sienta como en casa, que las oportunidades las reparta el técnico y no los jugadores. Y aprendió que para ser líder no es necesario levantar la voz, ni hacer aspavientos, basta con aportar solidaridad y compañerismo.
Conociéndole, ayer debió llorar más de una vez. Muchas emociones para alguien sensible. Porque Casillas no oculta sus sentimientos. Ver al Calderón ovacionándole le quedará grabado para siempre. Tras ganar la Eurocopa, regresé en el mismo avión que los familiares. Me tocó junto a la madre de Iker. Estaba orgullosa y reivindicaba un nombre para los héroes: "Los niños jugones de Viena". Pues esa generación perdura y sigue añadiendo efectivos. Uno de los culpables de que la transición entre Luis y Del Bosque haya sido sencilla es el portero titular, el mismo que cedió el testigo a Reina en la celebraciones pero el mismo que sabía ponerse al frente de sus compañeros cuando había que ir a la puerta de los directivos para pedir algo que era de justicia. ¡Se puede triunfar siendo buena persona!