Con talento se ganan partidos, con trabajo como mucho se empatan
El otro día discutía amigablemente (cerveza por medio) con un ex jugador si este Xerez es peor o mejor que el de Esteban. Él defendía que el del Boquerón desplegaba mejor fútbol, cosa que yo incluso admitía. Y eso que la plantilla del ascenso y la actual mantienen la columna vertebral: Aythami, Bergantiños, Mendoza, Francis, Moreno, Viqueira, Calvo, Momo, Antoñito o Bermejo. Sin embargo, este año el equipo está desdibujado. Antoñito, Moreno o Momo han perdido el sitio y, probablemente, la confianza. Esta hipótesis es defendible salvo por un pequeño detalle: el Xerez jugaba el año pasado en Segunda y ésta temporada lo hace en Primera. Y eso significa que cuando un defensa rival rifa un pelotazo de 60 metros y cogen la espalda a tu defensa porque se duerme inadmisiblemente (sea en Primera o en Regional), el tipo que la pesca se llama Negredo, vale 18 millones y justifica su precio con una maniobra plena de talento que acaba en gol. Encima, diez minutos antes, tu Balón de Oro desperdicia, solo y sin marca, un remate franco en el área pequeña para adelantarte. Es una cuestión de gol, es decir de talento lo que significa de dinero.
Se cuestionan los vaivenes tácticos de Ziganda, los fallos defensivos, la irregularidad de Renan o la falta de gol de Maldonado. Pero el Xerez es un peso medio en un Mundial de pesados. En pretemporada decía el club: "El año pasado arrancamos menos y...". Rondán no ha tenido dinero ni tiempo para armar un Primera. Sean honestos: este Xerez no lo es. Con talento se ganan partidos y con trabajo como mucho se empatan. Cuando el equipo se descuelgue, no piten al vestuario o al banquillo. Señalen al palco. Porque un cocido sin pringá, ni es cocido ni es ná.